sábado, 13 de noviembre de 2010

Otras palabras

Tateni es un término de la lengua sudafricana nguni que expresa el empeño y cariño con que una madre anima al hijo que quiere dar sus primeros pasos.

sábado, 9 de octubre de 2010

Una de libros


Me encanta el mensaje. Pero, sobre todo, la exhibición de trabajada y destilada ironía de los autores. Como un telón de fondo descorrido, deja al descubierto esa metódica y elemental técnica que solemos interpretar como un sello de veracidad. Por eso nos anestesia el sentido crítico, nos la tragamos sin rechistar y es capaz de vendernos cualquier, pero cualquier cosa.

Una vez conocido el truco, quizá podamos enfrentarnos un poquito mejor a los encantamientos.




Hay algo que no menciona el vídeo. Ayer llegó a mis manos un libro cuyo tema no me interesaba en absoluto. Voluminoso, encuadernado en tapa dura y aún plastificado. Rasgué el plástico por aquello de comprobar con qué se rellenan cientos de páginas de una materia tan árida (que no voy a mencionar por respeto a la evidente dedicación de los autores).

Lo abrí, barrí el filo de sus hojas con el pulgar y de entre ellas surgió una sorprendente oleada de madera virgen, pegamento en tubo, pan de bocadillo, siesta de verano, comienzo de curso, calcetines largos, dulce de membrillo, la carta a los Reyes, papel de regalo, sólo hasta el siguiente párrafo, apaaaga la luuuuuz, , ¿me prestas el saca?, que no me pregunte, ya lo haré mañana …

Lo aspiré hasta el límite de mis pulmones. 

Jamás leere ese libro, pero lo he dejado encima de mi mesa. Para olerlo.   

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Con peros, pero huelga


¿Para qué? ¿Para qué ir a la huelga ahora? Cuando ya medio país está en el paro, cuando ya se han aprobado las medidas que vamos rebatir, cuando las cabezas nos arrastran como las almas por los pies.

No me gusta esta huelga. Efectivamente, llega tarde. Deberíamos haber salido a la calle, todos, cuando la primera empresa echó al primer trabajador sin poder demostrar que no le quedaba otro remedio. Aquello no habría costado tanto como salir ahora. Y no lo hicimos.

Incluso deberíamos haber protestado antes. Mucho antes. Ante cada una de las actitudes empresariales con visos de procurar panes para hoy y un futuro de hambre. Aquello ni siquiera habría requerido salir a la calle. Y tampoco lo hicimos.

Los días de bonanza de este país se fueron construyendo sobre un extenso tejido de continuos silencios, de dientes apretados (como mucho), de asentimientos cómodos, de justificaciones individualistas para no criticar injusticias clamorosas. La solidaridad, la conciencia de los propios derechos (no ya su proclamación), la unión que hace la fuerza, los  mecanismos más elementales del funcionamiento laboral se iban borrando mientras tanto del bagaje cultural de una generación.

En su lugar, aprendimos a degustar los aromas del vino, a manejar los palillos orientales en la mesa, a dominar deportes de aventura y a combinar en la pantalla de plasma la producción íntegra de Hollywood (pirateada), el paraíso de los videojuegos y la granja de Facebook. Para seguir cultivando el espíritu de producción barata en el tiempo de ocio. Una sociedad moderna. Pero con la cabeza gacha, calladita.

Desde luego esta crisis es compleja. Mucho. Pero no puede reducirse a que unos malos de América vendieron unos fondos falsos, arruinaron al mundo y a nosotros nos tocó de rebote porque el gobierno de turno también era muy malo.

Aquí tenemos parte todos. Y en todo este tiempo no se ha producido una reflexión social en el espíritu de aquello que dijo Kennedy: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”. La sociedad española, grosso modo,  no es madura. Sigue pendiente de un papá (el gobierno, los sindicatos, la Unión Europea, en última instancia) que les saque las castañas del fuego.

Pedimos cuentas  a los políticos, con razón, pero empeñadísimos en olvidar que el poder, el ilimitado, caprichoso y no obligado a rendir cuentas cada cuatro años, no reside hoy en día en parlamentos, sino en los despachos más altos de las multinacionales.

Nos quejamos de los sindicatos, con razón, pero nunca hemos querido aprender que la fuerza, la capacidad de presión, sólo se la pueden dar los trabajadores. Unos trabajadores conscientes de sus derechos, su fuerza, y de la repercusión social de sus actitudes. Y dispuestos a, aunque sólo sea, reclamar su respeto de adultos.

Por eso no voy a gritar lemas en las manifestaciones. Si las hay. Ni enarbolaré banderitas, ni me pondré pegatinas en la camiseta.

Pero sí hago esta huelga. Porque callarnos es lo que nos ha llevado hasta aquí. Porque la parte de “culpa” por concesión de los trabajadores, no resta un ápice de injusticia a quienes han aprovechado la conyuntura para enriquecerse más a base de mandar gente a la calle, quienes cabalgan hacia el éxito profesional alimentando el miedo y la inseguridad de aquellos a su cargo y quienes han reducido el valor de existir a una hoja de cálculo con dos columnas: pérdidas y ganancias. Económicas sólo.

Y, de alguna manera, aunque sea tardía, desfigurada, incompleta, deberíamos decir que no nos ha gustado. Que hay otra forma, más esperanzadora, de comprender el mundo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Grito publicitario


Mi balcón se asoma a un amplio panorama de fachadas, azoteas y tejados de Madrid. Sin romanticismo alguno, pero con una magnífica muestra de telones agujereados, permisivos con quien desee inventar sus historias, sus rutinas o sus silencios. Una imprecisión de líneas rectas agrupadas bajo una sencilla etiqueta: ciudad.

La única excepción a su geometría la dibuja la casi coqueta curva de una cúpula gris sobre una torre rojiza. Un rincón con encanto. Pero mutilado, porque justo a su lado aparece otro tipo de excepción: SAMSUNG.

Un letrero perfectamente legible en la distancia, lanzado al aire, sin razón aparente. 

¿Por qué? ¿Por qué tengo que desperezar mis mañanas con ese grito a la retina, a la imaginación recién desplegada?

Las marcas comerciales tienen algo de estridente cuando se insertan así en un sitio cualquiera (que nunca es cualquier sitio). Se extienden en el entorno  con una vocación acaparadora, como un sello que estampara su propiedad sobre el contexto. Como un conjuro que veta las historias inventadas, las rutinas y, sobre todo, el silencio.

martes, 21 de septiembre de 2010

Lema delicado para tema tabú



“El lugar al que tiene que ir incluso el rey”. 

Así ha bautizado la empresa SCA su exposición dedicada a la historia del inodoro y sus alternativas y complementos. 

Una envoltura simpática para la colección de cuñas, pañales, almenas con orificio de caída y hasta una versión china de esa figura catalana en cuclillas imprescindible en cualquier belén (no menciono el nombre por continuar el tono eufemístico del asunto).

Chocante, si se tiene en cuenta que la alusión a la monarquía (aunque sea de cuento, a juzgar por el ingenuo cartel) se exhibe en plena Plaza Roja de Moscú.

Imagen: Hygiene Matters, CC Attribution 2.0 Generic

lunes, 20 de septiembre de 2010

Objetivo: nacer sin SIDA


Tras la entrada de ayer como canto a los placeres de la vida, un llamamiento para que comience sin barreras. Sea cual sea el lugar de aterrizaje en el mundo.

La realidad: En los países en desarrollo, cada año 430.000 bebés inician su historia con una herencia involuntaria por parte de sus madres: el virus HIV. Muchos de ellos pasarán sus vidas con un tratamiento que evite, o al menos retrase, la aparición del SIDA, pero otros entrarán a formar parte del 42% de seropositivos sin acceso a medicación y fallecerán por complicaciones relacionadas con la enfermedad.

A pesar de que ya existen tratamientos para evitar la transmisión del virus de madres a hijos con bastante facilidad. Lo que hace falta para implantarlos en todas partes es dinero.

La campaña: Por eso el Fondo Mundial contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria  puso en marcha en mayo la campaña Born IHVfree. Con ella pretende ganar apoyo público para erradicar la transmisión maternoinfantil del HIV en el año 2015. Si lo conseguimos, habremos contribuido a dos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio propuestos por la ONU: reducir la mortalidad de los niños y mejorar la salud materna.

La acción: Como hoy comienza en Nueva York la Cumbre Mundial para revisar cómo van esos objetivos y los líderes mundiales tendrán que sacar de nuevo el billetero para financiarlos, el Foro nos pide que demos este tironcito en la manga a los representantes de nuestro país y les digamos: “dadles algo más a estos señores dispuestos a salvar niños”.
Para afilarnos la sensibilidad, este vídeo que les han preparado en la agencia Mac Guff de París: 


domingo, 12 de septiembre de 2010

Estreno de cine


Comienzo este blog con un placer. Lo encontré como escena ambiental, sin trascendencias, en la película Bright Star  y me maravilló su propuesta para pasar una tarde lluviosa: ensayar una pieza a capella y cantarla en el salón. En la pantalla son el poeta John Keats y un grupo de hombres y niños de su círculo de amistades quienes lo ponen en práctica.

Desde luego, hace falta romper la rutina habitual de ocio (y tener a mano a alguien con oído, aunque para empezar basten las ganas). Jane Campion consigue transmitir la sensación de coro casero y talentoso, pero no profesional. Y también la extensa alegría y la camaradería sin edades que deben de quedar en el cuerpo tras la última nota:





Sugerencia de uso (en susurro): experimentarlo en casa antes de que el marketing descubra que mueve emociones, lo bautice con un anglicismo y nos lo asocie para siempre a una marca de quién sabe qué.