sábado, 9 de octubre de 2010

Una de libros


Me encanta el mensaje. Pero, sobre todo, la exhibición de trabajada y destilada ironía de los autores. Como un telón de fondo descorrido, deja al descubierto esa metódica y elemental técnica que solemos interpretar como un sello de veracidad. Por eso nos anestesia el sentido crítico, nos la tragamos sin rechistar y es capaz de vendernos cualquier, pero cualquier cosa.

Una vez conocido el truco, quizá podamos enfrentarnos un poquito mejor a los encantamientos.




Hay algo que no menciona el vídeo. Ayer llegó a mis manos un libro cuyo tema no me interesaba en absoluto. Voluminoso, encuadernado en tapa dura y aún plastificado. Rasgué el plástico por aquello de comprobar con qué se rellenan cientos de páginas de una materia tan árida (que no voy a mencionar por respeto a la evidente dedicación de los autores).

Lo abrí, barrí el filo de sus hojas con el pulgar y de entre ellas surgió una sorprendente oleada de madera virgen, pegamento en tubo, pan de bocadillo, siesta de verano, comienzo de curso, calcetines largos, dulce de membrillo, la carta a los Reyes, papel de regalo, sólo hasta el siguiente párrafo, apaaaga la luuuuuz, , ¿me prestas el saca?, que no me pregunte, ya lo haré mañana …

Lo aspiré hasta el límite de mis pulmones. 

Jamás leere ese libro, pero lo he dejado encima de mi mesa. Para olerlo.   

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